Abogada de fuste y reconocida experta en derecho internacional, no conoce de horarios cuando asume una causa. Por algo, integra el selecto equipo que defiende a Chile en La Haya. Casada con el abogado Fernando Atria, referente obligado para la izquierda chilena, es su fan número uno, pero tiene clarísimo que ella brilla con sus propios pergaminos. Sobre La Haya, sentencia: “No hay que exagerar el valor de lo comunicacional como un factor determinante de influencia ante la Corte”.
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